Historia

La historia de la MPS1 se remonta a principios del siglo XX, cuando se comenzaron a identificar enfermedades raras relacionadas con la acumulación de mucopolisacáridos. Sin embargo, la descripción de la enfermedad y su asociación con los GAGs no fue realizada hasta los años 1960 y 1970.

Década de 1917-1929: Los primeros casos de mucopolisacaridosis fueron descritos, pero no fue hasta más tarde que se reconoció que existían varios tipos de MPS, cada uno asociado con una deficiencia enzimática específica.

1930-1950: En 1930, el médico inglés Hicks y su equipo comenzaron a describir las características clínicas de pacientes con acumulación de mucopolisacáridos. En 1950, el término “mucopolisacaridosis” fue acuñado por el investigador estadounidense M. McKusick. Sin embargo, no fue hasta la década de 1960 que se pudo identificar que estas patologías tenían una base genética, y que la acumulación de GAGs era la causa subyacente.

1962: Fue en este año cuando se identificó la deficiencia de la enzima α-L-iduronidasa como la causa de la MPS1. Esta deficiencia impedía la descomposición de ciertos mucopolisacáridos, específicamente el heparán sulfato y el dermatán sulfato, lo que provocaba su acumulación en diversas células y tejidos del cuerpo.

1972: Se descubrió que la MPS1 tiene diferentes formas clínicas, que varían en la gravedad de los síntomas y la expectativa de vida. Las formas más comunes son:

  • Forma grave o síndrome de Hurler (MPS1H).
  • Forma moderada o síndrome de Hurler-Scheie (MPS1HS).
  • Forma leve o síndrome de Scheie (MPS1S).

Definición de la enfermedad

El síndrome de Hurler es la forma más grave de mucopolisacaridosis tipo 1 (MPS1), una enfermedad rara de depósito lisosomal caracterizada por anomalías esqueléticas, deterioro cognitivo, enfermedad cardíaca, problemas respiratorios, hígado y bazo agrandados, rasgos faciales característicos y esperanza de vida reducida.

Más sobre MPS I

Los pacientes presentan alteraciones musculoesqueléticas durante el primer año de vida que incluyen estatura baja, disostosis múltiple, cifosis torácico-lumbar, engrosamiento progresivo de los rasgos faciales (incluyendo cabeza grande con abombamiento de los huesos frontales, puente nasal deprimido con punta nasal ancha y narinas antevertidas, mejillas llenas y labios engrosados), miocardiopatía y anomalías en las válvulas, pérdida auditiva neurosensorial, agrandamiento de amígdalas y adenoides, y secreción nasal. El retraso en el desarrollo suele observarse entre los 12 y los 24 meses de vida, afectando principalmente al habla, con un deterioro cognitivo y sensorial progresivo. La hidrocefalia puede ocurrir a partir de los 2 años. El compromiso corneal difuso que conduce a la opacidad corneal es detectable a partir de los tres años de edad. Otras manifestaciones incluyen la organomegalia, hernias e hirsutismo.

El diagnóstico temprano es difícil ya que los primeros síntomas clínicos de la enfermedad son inespecíficos. El diagnóstico se basa en la detección de un incremento de heparán y dermatán sulfato en la excreción urinaria y se confirma demostrando la deficiencia enzimática en leucocitos o fibroblastos. Es posible realizar una prueba genética confirmatoria. 

El manejo es multidisciplinar. El trasplante de precursores hematopoyéticos (TPH) es el tratamiento de elección para pacientes con síndrome de Hurler menores de 2,5 años de edad (y en determinados pacientes por encima de ese límite de edad) ya que puede prolongar la supervivencia, preservar la neurocognición y mejorar algunas características somáticas. El TPH debe realizarse en una fase temprana del curso de la enfermedad, antes de que se inicie el deterioro del desarrollo. La terapia enzimática sustitutiva (TES) con laronidasa (alfa-L-iduronidasa) se recomienda para todos los pacientes con Hurler y es una terapia de por vida que alivia los síntomas no neurológicos. Se ha visto que el inicio temprano de la TES retrasa e incluso previene el desarrollo de algunos rasgos clínicos de esta enfermedad. El manejo adicional del síndrome de Hurler es en gran medida de apoyo, e incluye intervenciones quirúrgicas (p.e. adenoamigdalectomía, reparación de hernia, derivación ventrículo-peritoneal, reemplazo de válvula cardíaca, liberación del túnel carpiano, descompresión espinal); audífonos analgésicos y medicamentos para aliviar los problemas gastrointestinales.

MPS1 se refiere a la Mucopolisacaridosis tipo 1, que es un grupo de trastornos metabólicos raros causados por la acumulación de mucopolisacáridos debido a la deficiencia de una enzima. El “1” indica que es el primer tipo identificado dentro de esta familia de enfermedades.

Patrones de herencia

La Mucopolisacaridosis tipo 1 (MPS1) se hereda de manera autosómica recesiva, lo que significa que ambos padres deben ser portadores para que un hijo desarrolle la enfermedad.
El gen involucrado es el IDUA, que codifica la enzima α-L-iduronidasa.
Probabilidades de herencia:
- 25% de los hijos no tendrán la enfermedad ni serán portadores.
- 50% serán portadores sin síntomas.
- 25% heredarán la enfermedad (si heredan una copia mutada del gen de cada padre).

BIBLIOGRAFÍA:

www.orpha.net